jueves, 19 de agosto de 2010

El decúbito de un sueño, o De dimensiones paralelas: la metafísica del Curso de creación literaria para jóvenes 2010

Hola!!! Lo prometido es deuda, jaja, aqui les dejo mi "testimonio literario" sobre el viaje que hice a Xalapa en julio. Les va a sonar un poco academico y asi, porque nos pidieron que escribieramos unas cuartillasde nuestra experiencia personal y literaria en el curso, pero si tienen alguna duda o quieren saber mas sobre lo que hicimos o lo que sea, dejen su mordida! :D. Y recuerden, todos los martes y jueves hay actualizacion de blog!!! ;) :D

No existe nada más que el momento presente. No existen ni el ayer ni el mañana.
¿A qué edad tienes que llegar para poder comprenderlo? No cuentas más que con dos días.
Bueno, dos días es toda tu vida, y todo lo que pase estará en proporción.
Ésa es la manera de vivir toda una vida en dos días.
Ernest Hemingway, Por quien doblan las campanas

El Curso de creación literaria para jóvenes fue algo más que pernoctar en un hotel como un laberinto azul de Borges, más que encontrar comida vegetariana en una ciudad donde abundan los restaurantes y no hay perros (tengo la esperanza de que eso no sea una relación inversamente proporcional), más que una taxonomía literaria subdividida en cuatro especies, más que un Tláloc asustado y lloroso entre las piedras de un museo. Fue, como dice Hemingway, vivir toda una vida en dos semanas; fue, bien lo escribió Carroll, jugar a ser Alicia a través del espejo; fue atreverme a ser Dr. Jekyll y Mr. Hyde, y no tener miedo de las consecuencias.


Hablo de una dimensión paralela porque Xalapa fue un lugar donde nos identificamos como jóvenes escritores de una generación; porque cada vez que alguien gritaba “¡Librería!” todos salíamos corriendo para ver dónde estaba; porque cuando rifaban un libro, nos peleábamos por él; porque pudimos platicar durante dos semanas sobre Literatura sin que nadie se aburriera; porque a los demás les gustaba lo que escribías, y pedían que les enseñaras otro texto; porque muchos de nosotros estudiamos Letras, y porque, por primera vez, no nos sentimos solos.

Esta forma de vida no existe en el mundo “real” puesto que, de acuerdo a mi experiencia y a los comentarios de mis compañeros del curso, sentimos que “no encajamos”: las personas que no quieren dedicarse a la escritura no nos entienden. A eso me refería en las alegorías arriba mencionadas: en Xalapa viví una doble vida, la que quiero tener, la utopía. Y es por eso que la Ana que viajó a Veracruz soñando con los autógrafos que les pediría a grandes y reconocidos escritores, con las tareas que le dejarían entregar para el día siguiente, y con todo el conocimiento que obtendría en sus clases, no fue la Ana que regresó con el aroma de un kilo de café, con un libro de José Emilio Pacheco repleto de las firmas de sus amigos, y con la firme convicción de seguir escribiendo para poder regresar al siguiente Curso de creación literaria.



Podría afirmar que un objetivo indirecto de éste, diferente al propósito puramente académico y formativo, fue que los jóvenes se hicieran conscientes de las propuestas de sus contemporáneos de entre 18 y 25 años. Esto, a su vez, produjo que los adolescentes actuaran como receptores y críticos literarios para así: evaluar su propio trabajo creativo, retroalimentar el de sus compañeros, y sopesar un nuevo tema y/o técnica no antes experimentados.

Asimismo, el hecho de escuchar las lecturas de los demás participantes, además del vínculo que se creó entre ellos, fungió como catalizador motivacional para el joven autor: el ver reconocido su trabajo tanto por el jurado de la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM) como por personas de su rango de edad fomentó al becario a decidirse por una profesión que involucrara a la escritura. Considero que este punto es de suma importancia, ya que muchos escritores principiantes abandonan su sueño de estudiar y vivir de la Literatura por la falta de oportunidades en dicho campo, y porque son desalentados por los paradigmas de la gente que orbita a su derredor. El universitario, y hablo en mi caso, tiene miedo de “morirse de hambre”, como recalcan sus familiares y amigos, porque no hay negocio. Hacen falta más becas y talleres de creación literaria como el que impartió la FLM, ya que éste inspira y hace que el artista crea en sí mismo y en su arte; y, consecuentemente, los conocidos del creador decantan su esfuerzo y permiten que persista en su vocación. Esta es una serie de eventos concatenados que deberían repetirse como un ciclo natural, como la destilación solar del agua.

Recapitulando: la lectura de los textos de los asistentes sirvió (1) como estímulo para que los jóvenes continúen escribiendo, y (2) para que, al mismo tiempo, reflexionaran y compararan su obra literaria con la de otros muchachos de su mismo ámbito (narrativa, poesía, dramaturgia y ensayo literario, respectivamente). En mi caso, una reflexión sobre la que pude ponderar es que en narrativa la tendencia es hacia los cuentos largos, con un final abierto o sorpresivo, y de temática de terror, thriller o suspenso. Los narradores del curso impartido en Xalapa, y yo incluida, tienen una preferencia por los detalles gore y por la muerte, ya que hay una constante en sus historias en la que los personajes -generalmente los protagonistas- son asesinos o asesinados.

Al principio, dicha introspección tuvo una gran resonancia en mí, ya que nunca antes había leído tales ficciones que no fueran mías; incluso llegué a pensar que habíamos sido seleccionados por hablar de esos temas en particular o por la similitud del tono en nuestras narraciones. Este descubrimiento me hizo recapacitar en mi propia creación, y juzgar qué elementos deseo conservar y cuáles modificar; me hizo reconsiderar mi estilo, y persistir con la búsqueda de mi identidad literaria.

Por otro lado, pude apreciar propuestas que nunca antes había considerado. Por ejemplo, la prosa poética de Aniela Rodríguez la encontré extraordinaria y de un elevado valor estético, al grado que quisiera intentar ocupar ese lenguaje retórico.

Un tercer aspecto que logró la lectura de los textos de mis compañeros fue el dar a conocer el trabajo que se realiza en el resto de los géneros literarios, y que los jóvenes que no los manipulan se vieran influenciados por ellos. Por poner un ejemplo, en la mayoría de los casos los narradores leen principalmente novela y cuento, mientras que los poetas únicamente leen poesía. Este fenómeno no contribuye a que exista un intercambio o un flujo. Hablo por mí cuando digo que me dedico en exclusiva a escribir relatos (ni siquiera novela) porque, personalmente, no creo dominar los demás géneros. Sin embargo, después de escuchar los escritos de mis coetáneos en Xalapa, sentí una gran inclinación por comenzar a redactar ensayos y dramas, ya que nunca antes se me había ocurrido que en un ensayo se podía deliberar sobre las ventanas, las llaves y los cepillos de dientes, ni que las obras dramáticas podían ser tan complejas como las que declamaron los dramaturgos del curso.



En cuanto a las clases, estoy convencida de que, en algunos casos, fueron muy ilustrativas. Como mencionaba con anterioridad, ya que me desenvuelvo en la narrativa, no sé mucho sobre la métrica en poesía o sobre la dramaturgia del siglo XX en México. De hecho, las clases que trataban los temas de teatro, en mi opinión, fueron las más atrayentes, ya que siempre creí que los únicos factores que intervenían en los textos dramáticos eran los diálogos y las acotaciones, pero no sabía nada sobre la narraturgia, sobre los diferentes tipos de acotaciones, las seis fuerzas en los personajes, entre otras cosas.

No obstante, a mi parecer, había una desproporción en la cantidad de clases sobre cada género literario. En otras palabras, pienso que había un mayor número de materias dirigidas a poetas y narradores, pero casi ninguna de dramaturgia y ensayo. Hubiera preferido tener un equilibrio de asignaturas para así poder conocer más acerca de cada subgénero. Digo esto porque una gran parte de los participantes del curso estudian alguna carrera de Letras, por lo que es de su conocimiento general algunos fundamentos básicos de la prosa y de la poética, pero no del ensayo y de la dramaturgia; sólo cuatro personas estudiaban teatro y tenían noción sobre el tema.

Sin embargo, supongo que el programa fue diseñado de esta manera debido a la gran demanda de narrativa y poesía, ya que las conformaban 20 alumnos del total de 28 seleccionados, y al poco alumnado perteneciente a ensayo y dramaturgia (quienes eran cuatro personas en cada grupo).

Pasando a otro tema, desde mi punto de vista, opino que algunos de los temas que se ofrecían en las cátedras eran demasiado amplios como para que se pudieran abordar en dos horas. Tal vez se podría dar tópicos más específicos y/o concretos como, por ejemplo, la clase impartida por la Dra. Norma Angélica Cuevas Velasco sobre “Narrativa y escritura fragmentaria”. Me pareció un tema muy interesante y poco estudiado, incluso por los mismos alumnos de la carrera de Literatura.


Los talleres, a mi gusto, fueron de lo más enriquecedores gracias a la diversidad de opiniones encontradas en el profesor y en mis compañeros; sin embargo, creo que tres horas diarias por tres días a la semana no eran suficientes para poder comentar y corregir una historia profusamente, debido al alto índice de la población estudiantil y a la extensión de sus textos. Me hubiera gustado que los talleres fueran todos los días para poder corregir un mayor número de trabajos por persona (dos en lugar de uno, por ejemplo), y para que cupiera la posibilidad de actividades más dinámicas o, mejor dicho, que se dejaran tanto ejercicios en clase como tareas.


Sin embargo, me atrevo a decir que lo espectacular del curso fueron las conferencias. Fue muy de mi agrado que cada uno de los conferencistas, Hugo Gutiérrez Vega, Bernardo Ruiz, Vicente Quirarte, David Olguín y Antonio Deltoro, discurrieran no sólo de su disciplina, sino que nos hablaran desde su punto de vista, de su experiencia y su trayectoria. Pero también, que nos cuestionaran y que nos hicieran dudar, como lo hizo Bernardo Ruiz en su disertación: auscultó nuestros gustos literarios; evaluó nuestro conocimiento teórico sobre la narrativa; aparte de contradecir, refutar, corregir y enfocar nuestra perspectiva hacia un ángulo imprevisto, hacia un espectro inconcebido hasta ese momento. Ensanchó nuestras pupilas para que apreciáramos la estructura y las moléculas de un cuento.


Adicionalmente, otra peculiaridad que me agradó de las conferencias fue que los ponentes nos dieron excelentes consejos para escribir; por ejemplo, yo nunca me había imaginado que en un ensayo debía evitarse la primera persona y la frase “en mi opinión”, como nos recomendó Vicente Quirarte. Del mismo modo, antes del viaje a Xalapa, yo creía, en mi ingenuidad, que los personajes eran un mero conducto para contar una historia; pero maduré literariamente cuando Bernardo Ruiz recalcó que nosotros como creadores debíamos conocer incluso el color de los botones de la ropa de éstos, aunque no mencionáramos ese hecho en la narración. No obstante, lo que más me emocionó de la plática de los conferenciantes fue que nos proporcionaran una gran bibliografía, ya que siempre había querido leer un buen libro de ensayos o una obra teatral que no fuera de Shakespeare, pero hasta entonces nadie me había recomendado una lectura de ese tipo.


En conclusión, quisiera agradecer a la FLM por darme esta oportunidad a mí y a mis 27 compañeros, quienes intentamos abrirnos paso hacia la Literatura. Ésta ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, y espero que otros jóvenes, tanto de mi generación como de las generaciones venideras, puedan experimentar el mismo sentimiento de goce y aceptación que yo. Me gustaría que se sintieran motivados; que el porcentaje de escritores se duplicara; que más personas nos contagiáramos y nos enfermáramos de este parásito que es la escritura: ese virus que nos convierte en criaturas disformes, con un corazón recubierto de cáncer, y con una pluma, como una prótesis perpetua, en los dedos.


Los amo familia!

3 comentarios:

  1. Muy buena experiencia la tuya, me transmitiste una alegría que no sentí estando allá, pero volteo hacia atrás, y veo que no fue tan malo. Me encantó este texto, y las fotos...Una mordida chocolatosa!

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  2. Que mal que digas que te sentiste sola toda tu vida. Eso nunca es cierto, para sentirte a gusto con un grupo de personas no requiere que tengan tus mismos gustos, eso es una convención de la posmodernidad que, de hecho, sólo limita el proceso de expandir el conocimiento de individual de las personas. No negaré que me siento solo todo el tiempo pero en realidad nunca se está solo per se, siempre hay alguien para acompañarte hagas lo que hagas, eso es lo que me ha enseñado la vida, aunque no haya sido tan larga.

    En cuanto al curso, me parece que lo disfrutaste y lo haces ver increiblemente interesante. A pesar de que eso también tiene que ver con que soy una persona que tiene la semi-necesidad de saber un poco de todo. ¡Felicidades por haber ido!

    Ahora un consejo que me dieron en un curso de redacción que tomé. Cuando escribas un ensayo o un artículo evita usar frases denotando opinión personal, para ser redundante daré ejemplos, como "en mi opinión", "a mi parecer", "fue muy de mi agrado" Debes ser más acertiva en escritos académicos. El reiterar que es tu opinión personal es innecesario ya que queda inherente en la definición de ensayo. Lo siento pero me gusta mucho hacer este tipo de notas.

    Ahora me despido, ten un buen día. Y te dejaría un chocolate virtual pero no sé cuál es tu chocolate favorito. :P

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  3. Me gusta lo que mencionaste, este tipo de cursos crean una suerte de comunidad entre proyectos abiertos, proyectos de escritura nueva en comunicación y eso es bello, saber que hay tantos jóvenes escritores, quizá más de los que imaginamos y que además podemos creernosla en serio, que escribir es algo serio, un camino posible no solo profesionalmente sino de vida, vivir en la literatura y en todas sus formas. Que bien! a mi tmb me gustán los chocolates: amargo + naranja.

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¡Deja tu mordida! (y un chocolate :D)